Por Alejandro Chacón
Los romances cinematográficos suelen caracterizarse, independientemente de estar encauzados hacia lo cómico o lo dramático, por cumplir un itinerario básico, por recitar el perpetuo abecedario narrativo que lleva a sus personajes a los mismos lugares comunes, con los mismos ingredientes para sazonar las historias y los mismos desenlaces que logran satisfacer las necesidades de su público potencial…
Para el inminente San Valentín de este 2021, ya pueden olvidarse de Pretty Woman, Ghost, Love Actually o demás títulos más vistos que el tebeo.
El mundo está cambiando a base de palos, de modo que aquí te proponemos una lista de 10 películas que han puesto un punto y aparte en los amoríos del Séptimo Arte.
“BORDER” (Ali Abbasi, 2018)
Desde Suecia y con un buen puñado de premios en su haber, nos llega la historia de la peculiar relación entre una agente de aduanas y un problemático individuo que acaba por tener un desarrollo tan sorprendente como inaudito.
Una película que atrapa al espectador desde el estupor, a través de la belleza en lo bizarro y lo difícil de ver o aceptar como “normal”… Una fantasía hermosa sobre el autodescubrimiento, que rezuma lirismo y magnetismo por todas y cada una de sus imperfectas partes.
“BESANDO A JESSICA STEIN” (Charles Herman-Wurmfeld, 2001)
La encantadora Jessica está harta de citas infructuosas y de relaciones infinitesimales que no llevan a ninguna parte… hasta que un anuncio llama poderosamente su atención y tambalea felizmente su manera de amar y sentir.
En la atractiva presencia de Jennifer Westfeldt y la autenticidad que emanan todos los personajes radica el éxito de esta deliciosa comedia que, pese a no ofrecer nada particularmente novedoso, acaba envolviendo al espectador en su cálida y desinhibida (sexualmente) estructura romántica.
“PONYO EN EL ACANTILADO” (Hayao Miyazaki, 2008)
Sólo la genialidad e imparable imaginación de Miyazaki y los Estudios Ghibli podían contar de una manera tan maravillosa la gestación de una amistad especial entre un niño de cinco años y un anfibio.
Dibujada a base de animación tradicional, entre asombrosas paletas de colores y surcando colosales (y wagnerianas) tempestades la película tiene la capacidad de agarrar el mismísimo corazón de su público, sea de la edad que sea, y arrastrarlo hacia unas profundidades abisales donde la magia y la emoción son un todo, un absoluto… un hipnótico infinito.
“UN SAN VALENTÍN DE MUERTE” (Jamie Blanks, 2001)
Un matarife disfrazado de Cupido, a base de flechazos y puñaladas, acaba haciendo buena cuenta de víctimas (muy) potenciales de la talla de Denise Richards, Katherine Heigl, Jessica Capshaw o Hedy Burress.
Siguiendo los ya desgastados patrones del thriller estilo Scream, Jamie Blanks introducía en este slasher maliciosas postales de San Valentín, mucha cara bonita enredada en relaciones tóxicas, amores no correspondidos y pasiones a medio cocer.
La historia es ramplona, pero los creativos asesinatos y su barroca puesta en escena acababan conquistando a los incondicionales del (sub)género.
“CALL ME BY YOUR NAME” (Luca Guadagnino, 2017)
Un cálido y soleado verano de 1983. Una villa al norte de Italia. Las rutinas del joven Elio se ven interrumpidas por la llegada de un atractivo americano, amigo de su padre.
Desde este punto de partida, alternando los éxitos del italo disco, las confidencias sobre ligues o escarceos y las sugerentes tonadillas de Sufjan Stevens, Guadagnino da rienda suelta a su monumental sentido del Arte (en casi todas sus acepciones) para filmar una de las historias de amor más abrumadoramente bellas que se hayan visto en los últimos años.
Un erotismo abierto, fresco y muy carnal que, sin embargo, está tratado con buen gusto y delicadeza, verdades a corazón abierto y anhelos desgarradores que nos recuerdan cosas, nos identifican y nos ponen nombres y apellidos.
“CON AMOR, SIMON” (Greg Berlanti, 2018)
Una magistralmente elaborada comedia romántica que, en realidad, se resuelve como una suerte de Whodunit que sustituye el factor policiaco por la resolución de una identidad amorosa oculta en el anonimato de las redes sociales.
Berlanti, amparado por el poderío de un gran estudio (Fox 2000) dirige a un buen puñado de chavales que actúan con muchísimo oficio para el beneficio de ese amplio público que, sin duda, va a encontrar muchas motivaciones (cinematográficas y emocionales) para amar a Simon y su ecosistema humano.
“YO, ÉL Y RAQUEL” (Alfonso Gomez-Rejon, 2015)
Una de las muchas y buenas impresiones que se pueden sacar de la película de Gomez-Rejon es la de ofrecer una aproximación hipster al esquema dramático impuesto en clásicos como Love Story.
Y es que no sólo encontramos aquí un romance de instituto, un coming of age donde los protagonistas conocen las caras y cruces de la completa entrega emocional hacia otro ser humano… también hay una bellísima y desenfadada declaración de amor al cine. Al cine como aspiración y como derrota. Al cine como pasión, triunfo y batalla (mayormente) difícil con la que lidiar.
Y de cómo la muerte es menos amarga desde esa (meta)ficción que podemos extraer de la cruda realidad.
“SHORTBUS” (John Cameron Mitchell, 2006)
Enfrentarse al visionado de una película de un director tan peculiar, transgresor y abiertamente provocador tiene como resultado aceptar sus reglas, exponerse al sabio cinismo que destilan sus historias y ejecutar un desprejuiciado salto de fe.
Shortbus es cine con sexo explícito, sin censura alguna que, bajo ningún concepto, debería confundirse con pornografía. Porque Cameron Mitchell usa como salvoconducto la flor de piel, los cuerpos desnudos, la carne libérrima y los orgasmos múltiples para hablar del amor en todas sus acepciones y estados.
Impecables los actores, sobrecogedoras líneas de diálogo y una narración tan desvergonzada y auténtica que te pone bastante cachondo.
“DOS VIDAS EN UN INSTANTE” (Peter Howitt, 1998)
Empezaba a asomarse al éxito la Paltrow en este virtuoso juego de espejos, un cruce de destinos o sobreexposición de realidades paralelas, como queramos llamarlo…
El caso es que Howitt sabía transformar un melodrama muy blanco y muy british en una disociación romántica muy bien hilvanada y mejor ejecutada que consigue mantenernos en vilo hasta los rubros finales.
De esas películas ideales para ver con tu pareja, acurrucaditos en el sofá y en compañía, si es posible, de uno de esos gatos de Schrödinger.
“LA DONCELLA” (Park Chan-wook, 2016)
Agasajada por multitud de (merecidísimos) premios internacionales, este thriller de época con vocación descaradamente voyeur se alzaba en 2016 como una de esas películas que rozan la excelencia y se entienden como perfectas.
Y es que esta turbia maraña de pasiones desaforadas que dirige Chan-wook tiene de todo, pero no para todos: su sentido del erotismo ha dividido a crítica y público debido a las fuertes y nada sutiles secuencias de sexo lésbico.
Aunque por encima del morbo y la controversia deben prevalecer las incontables imágenes hermosas, la sugerente y elegantísima cinematografía, amén de las laberínticas subtramas de traiciones, amores castigados y perversas artimañas que visten los ropajes de esta indiscutible obra maestra.
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