Por Mar Barbero de Zubillaga
La apasionanate peripecia de la firma Lottusse, no puede contarse sin hablar primero de Antonio Fluxá Figuerola, el iniciador de este camino.
El Mestre Antoni nació el 26 de enero de 1853 en la pequeña localidad mallorquina de Inca
Un pueblo ubicado a los pies de la Sierra de Tramontana que ya entonces contaba con una vida económica incipiente.
A los 19 años, entra a trabajar en un pequeño taller de zapatos, todavía muy regido por los viejos parámetros gremiales que se remontaban al siglo XV, cuando fue fundado en Inca el Gremio de Zapateros.
La ventana de oportunidad
Inmediatamente vio lo que hoy denominaríamos como “ventana de oportunidad” y fundó en ese mismo año su propio taller de calzado.
Lottusse echaba a andar: los primeros años lo haría calzando sólo zapatos de hombre y a partir de los inicios del siglo XX también con zapatos de mujer.
La decisión de mejorar la calidad y prestigiar su producto obtuvo muy buenos frutos
Consiguió pronto tiendas y almacenes interesados en distribuir su producto en Barcelona. Tras su muerte en 1918, no sólo legó un taller de zapatos muy mecanizado y desarrollado, también Incluyó una su herencia una manera de entender y hacer las cosas.
En 2012 se incorporó a la dirección Juan Antonio Fluxá Domene
Representa la cuarta generación familiar y es actual presidente de la compañía.
Lottusse diseña y fabrica calzado y accesorios con piel de primera calidad donde la artesanía, el saber hacer y la autenticidad hacen crecer a la marca año tras año transmitiendo a su fiel comunidad la importancia del consumo consciente.
Actualmente la marca cuenta con un proyecto de expansión internacional con el objetivo de amplificar su red de puntos de venta.

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